Quemar las calorías sobrantes que consumimos es más aconsejable que sufrir de carencias nutricionales por aguantarnos demasiado de comer / ingerir alimentos … ni hablar de la anorexia y sus terribles consecuencias. De manera que más vale comer adecuadamente y empeñarnos luego en gastar las energías correspondientes.
Para ello contamos con infinidad de variantes, aparatos y maneras de lograrlo… siempre que estemos muy bien despiertos, claro. Pero ¿has pensado en lo que sucede al respecto en ese tercio de nuestras vidas que pasamos acostados en una cama, durmiendo?
El metabolismo basal no se detiene durante las horas de sueño, puesto que todo el organismo continúa funcionando; lo que sucede es que se ralentiza al máximo. Por ejemplo, una persona de 68 kilos consume cada noche unas 600 kilocalorías con solo dormir profundamente.
Pero ¿qué tal si durante las siete u ocho horas de sueño diario pudiéramos quemar calorías extra por un monto equivalente a una hora de Ciclo Indoor a la semana? No parece demasiado, pero es mejor que nada… sobre todo si apenas nos cuesta unos ronquidos por todo esfuerzo.
¿El secreto? No es el sonambulismo, sino lograr una temperatura ambiente de 18 grados Celsius. Así lo confirma un estudio del National Institute of Health Clinical Center (USA) en el que dos grupos de adultos sanos fueron colocados a dormir en sendas habitaciones: una de ellas a 24 grados Celsius y la otra a 18. Veamos lo sucedido.
Luego de las mediciones correspondientes de consumo calórico de cada individuo, se constató que el grupo de la habitación más fría consumió un promedio de 4.16 kilocalorías/hora por encima del otro. Las razones de esta diferencia estarían en un aumento del gasto basal dirigido a mantener la temperatura corporal en unos 37 grados Celsius.
Según el doctor Francesco Saverio, autor del estudio, para lograr un buen efecto no deberíamos taparnos con la manta más gruesa ni ponernos un pijama de lana, de manera que el cuerpo quede lo más expuesto posible a las condiciones ambientales de la habitación.
Por otro lado, se supone que el organismo trate de compensar este gasto extra aumentando el apetito en la mañana, por lo que deberíamos estar alertas al respecto para no echarlo todo a perder consumiendo unas tostadas de más. De cualquier forma, ahora tenemos otra brecha para lograr quemar calorías de una forma inesperada y muy cómoda: mientras dormimos.