La virtualidad es una realidad patente, en este orbe cosmopolita, la conexión e interacción llega a nuevas dimensiones; cuyas posibilidades se vuelven fastuosas, y las clases no pueden quedar relegadas de este avasallante proceso. Por ello, se enlazan en la forma de clases virtuales, incluso para practicar al aire libre en playas y piscinas.
Pero la virtualidad de la clase, no puede verse limitada a pequeños espacios o a reductos de encierro. Si bien es cierto sus resultados son de alta categoría en lo que respecta a las clases virtuales para gimnasios y hoteles. Pero la gran gama de posibilidad, que el universo virtual ofrece a sus usuarios, obliga a la creatividad humana a explorar nuevas experiencias.
Las clases virtuales se postulan ahora bajo la metodología aplicada del aire libre, donde entra a colación todo tipo de espacios, como playas y piscinas. La sola idea de recibir clases virtuales, hace que el imaginarlo se torne somnoliento. No obstante, si damos un giro al asunto y lo vemos desde otras perspectivas, las clases virtuales se transforman en toda una palestra de opciones.
Elementos como el aire libre, las playas o piscinas, pueden resultar nuevos y hasta contradictorios; si los pensamos en la unión con un conjunto de clases virtuales, incluyendo las clases para deportes acuáticos. Ello es el producto de nuestro ideario enclaustrado al dogmatismo del pasado. Lo arcaico ahora queda relegado por lo visionario, y no podemos quedarnos atrás.
¿Por qué elegir las clases virtuales en lugar de seguir con mi rutina?
La rutina como aspecto cotidiano en la vida, es un elemento que puede tornarse ortodoxo, lo que nos lleva a la aceptación por pasividad de nuestra monotonía. Del mismo modo, la monotonía a su vez es un enlace que nos mantiene sujetos a la zona de confort. Es en ese confort deleznable cuando no deseamos optar por nuevas experiencias, puesto que las asociamos al recuerdo o sensaciones que nos genera nuestra propia ortodoxia diaria.
Las clases virtuales hacen eco de monotonía, puesto que se piensa desde lo taciturno. Pero si damos una mirada más detallada al asunto, nos daremos cuenta de que tal elemento, no es así. Es nuestra mente subconsciente que asocia, sin siquiera haber experimentado.
Por su parte, elementos como el aire libre, las playas o piscinas, representan una liberación de la rutina; la misma que asociamos con regocijo, distracción y jubilo, lo que sí nos emociona pensar hacer, o al menos intentarlo. Pero la realidad es que el enlace de estos elementos de júbilo, con el de las clases virtuales que pensamos como monótono, es la muestra tajante del éxito del cambio de paradigma.
Es decir, tenemos ante nuestros ojos en cambio de las dimensiones de experiencia y vivencia. Donde la experiencia de las playas, el aire libre y las piscinas, se juntan con la vivencia del nuevo paradigma de las clases virtuales. Negarse a remontar sobre esta ola de realidad, es obligarse a estar sumido a las cadenas funestas de la ritualidad. Ya la clase virtual no pueden ser un salmorejo que nos roba el ánimo.
¿Debería practicar al aire libre lo visto en las clases virtuales?
La conexión con el entorno, es fundamental para el desarrollo integral del individuo, no debemos olvidar que somos seres biopsicosociales, es decir que vivimos. Pero no solo vivimos, también pensamos y sentimos, además de que interactuamos.
En esta interacción, entran elementos como la naturaleza, donde el equilibrio entre mente y entorno, se vuelve esencial en la asimilación de lo aprendido en las clases virtuales. Se infiere por ello, que la virtualidad, no puede ser un elemento fantasmagórico que solo pertenezca a uno de los aspectos de la tríada humana.
Como individuos vivos, pensantes e interactuantes, llevar a la práctica en aire libre, piscina o playa, lo visto en las clases virtuales; es un atajo para la asimilación concreta de lo aprendido. Afianzar el conocimiento con una aplicación práctica en espacios de gran armonía como la playa o la piscina, es una salida y solución de suma astucia.
Puesto que encarna no solo el positivo proceso de unirse a las nuevas tenencias de la modernidad, además es una resurrección del individuo armónico. Esa armonía no es más que el correcto equilibrio; entre los dos grandes aspectos de nuestra realidad, presente y futura, la virtualidad y lo físico, como dos partes unidas de un mismo ser.