No todos pueden darse el lujo de contratar a un entrenador personal. Quizá por ello se han hecho tan populares las video clases de fitness para distintas modalidades deportivas, en las que un entrenador virtual funge como guía de muchos y casi siempre desconocidos alumnos. Pero hay cosas que ninguno de ellos ( online o de carne y hueso) esperan de ti.
Las simulaciones de partida.
Todos somos algo presumidos cuando se trata de nosotros mismos, y en consecuencia algunos llegan a mentir, aunque sea con el subconsciente. Si creyendo que por haber corrido unas pistas hace una década podemos comenzar el cursillo por un nivel demasiado elevado estaríamos en un error, pues la forma física se pierde con rapidez. Al entrenador real no le sería difícil descubrir nuestra verdadera situación de partida, pues apenas tendría con ponernos a trotar unos minutos. Pero el entrenador virtual no tiene esa posibilidad. Claramente, al final solo nos engañaríamos nosotros mismos, pagando el desliz a costa de tiempo perdido y hasta alguna lesión.
Los deslices gastronómicos.
Lo que sucede puertas afuera del gimnasio es cuestión personal. Si de lunes a viernes logramos rebajar un par de kilos tras un arduo trabajo dentro y fuera, el fin de semana nos convendría mantener la dieta aunque no hagamos los ejercicios. De lo contrario, no deberíamos decirle al entrenador que todo fue bien durante el sábado y el domingo cuando la báscula dirá lo contrario. Para la marcha de un programa de entrenamiento a largo plazo la disciplina es fundamental, e intentar pasar gato por liebre decepciona mucho a los entrenadores … y aunque no lo conozcamos en persona ( por ejemplo al entrenador virtual ) en definitiva lo que nos estamos engañando es a nosotros mismos.
El plan de acción relegado.
Toda vez valorada la forma física, el entrenador trazará un minucioso plan de trabajo para intentar cumplir los objetivos para los que fue contratado. En el caso del entrenador virtual están los niveles del curso en cuestión. Cumplir a cabalidad el contenido de dicho plan resulta vital para la consecución de los objetivos. Pero si frente a la videoclase de fitness los hacemos a medias o despachamos de casa al entrenador personal con falsas excusas, difícilmente avanzaremos lo suficiente como para que nuestro profesor no monte en cólera.
Los obstáculos visuales para los entrenadores personales.
Los entrenadores colectivos y personales deben comprobar constantemente cómo ejecutamos las rutinas. Para ello, tienen que observar (y muchas veces corregir) el trabajo de músculos y articulaciones a simple vista. Si nos vestimos con enormes camisetas de manga larga o con pantalones deportivos, solo dificultaremos su trabajo. Llevar la ropa adecuada al gimnasio facilita el trabajo de los entrenadores y redunda finalmente en nuestro propio beneficio.